Paleontólogos descubren restos fósiles perfectamente conservados de un armadillo gigante que, según se cree, tiene alrededor de 700.000 años de antigüedad. El hallazgo ofrece nuevas pistas sobre la morfología y el árbol evolutivo de esta clase de animales.
Las tierras de San Pedro, partido bonaerense ubicado a más de 160 kilómetros de Buenos Aires, en Argentina, siguen ofreciendo enormes tesoros paleontológicos para los expertos y para la comunidad. Es allí donde recientemente fue encontrado el brazo fosilizado del gran armadillo de 700.000 años de antigüedad, un período que se conoce como Edad Ensenadense.
“Se trata del brazo y la mano derecha completos y en excelente estado de conservación de un armadillo gigante, de un género llamado Doedicurus. Hasta ahora, era prácticamente desconocida la morfología de las manos de este género de animales para esa antigüedad”, explica, en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM, José Luis Aguilar, director del Museo Paleontológico de San Pedro y uno de los descubridores del brazo.
La pieza fósil fue descubierta durante una salida de campo conjunta entre el equipo del Museo e integrantes del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), en un predio que es propiedad de la empresa arenera Spósito S.A. y que es un sitio ampliamente reconocido por su riqueza fosilífera.
Para Aguilar, el estado de conservación de los fósiles es un aspecto clave. “Todos los huesos del ejemplar están en su posición: la escápula, el húmero, el radio y todos los pequeños huesos que conformaban la mano derecha. Estamos hablando de un mamífero de porte gigantesco, que superaba la tonelada de peso”, describe el director, quien, además, aclara que hubo ciertas dificultades a la hora de recuperar los restos del mamífero.
“Cuando hablamos de una profundidad de 8 metros, los desafíos son varios, ya que los sedimentos están muy compactados y tienen el peso de sedimentos que están por encima. A eso se le agrega que cavar en una barranca, como en este caso, siempre es complicado porque se forma una suerte de pequeña cueva o gruta, donde el mismo techo va molestando la excavación”, ilustra Aguilar. Junto al brazo del animal se lograron recuperar, además, una tibia, una fíbula y parte de un pie, también articulados y en perfecto estado.
Para el doctor Luciano Brambilla, investigador de la UNR, la relevancia de este descubrimiento radica en que se trata del brazo y la mano perfectamente articulados más completos del género Doedicurus, para una antigüedad superior a los 700.000 años.