miércoles, 11 de diciembre de 2024

LAS HECES Y LOS VÓMITOS DE LOS DINOSAURIOS REVELAN LA ASOMBROSA FORMA DE MANTENERSE EN EL PLANETA.

 ¿Cómo llegaron los dinosaurios a ser una especie dominante en el planeta?

Es conocido que el fin de ese largo dominio ocurrió tras el impacto de un asteroide hace 66 millones de años.

Pero el misterio de cómo estos gigantes superaron otras especies y llegaron a reinar en el planeta ha ocupado a los científicos durante años.



PARA COMPRENDER MEJOR EL HALLAZGO.

Los fósiles de heces se llaman coprolitos. Los fósiles de vómitos se llaman regurgitados. Juntos se llaman bromalitos.

Estos fósiles permiten reconstruir las redes alimentarias de ecosistemas del pasado y lo que contienen, incluyendo insectos, es extraordinario.

“¡Los insectos eran increíbles! Algunos tenían sólo 1mm de largo, pero se conservaban con todas sus diminutas patas, antenas y detalles intrincados: ¡en un coprolito de 230 millones de años! “, dijo el paleontólogo Martin Qvarnström de la Universidad de Uppsala en Suecia, autor principal del estudio.

También descubrimos coprolitos llenos de fragmentos de hueso masticados y dientes aplastados. Resulta que el primer arcosaurio Smok masticaba huesos como las hienas modernas para extraer médula y nutrientes, pero al hacerlo aplastaba y se tragaba sus propios dientes", agrega Qvarnström.



los dinosaurios surgieron hace aproximadamente 230 millones de años.

Pero al principio fueron eclipsados por otros animales, incluyendo grandes parientes de los cocodrilos y herbívoros del tamaño de elefantes.

Sin embargo, hace unos 200 millones de años, los dinosaurios pasaron a dominar y sus principales competidores desaparecieron.

"Abordamos el surgimiento de los dinosaurios de una manera completamente novedosa”, explica Qvarnström.

“Analizamos la evidencia alimentaria para deducir el papel ecológico de los dinosaurios a lo largo de sus primeros 30 millones de años de evolución".

El estudio se centró en una región de Polonia con una gran cantidad de fósiles de ese período crucial.

"Estudiamos más de 100 kilogramos de heces fosilizadas", señala Grzegorz Niedźwiedzki, paleontólogo y geólogo de la Universidad de Uppsala y del Instituto Geológico Polaco y otro de los autores del estudio.




Qvarnström y sus colegas examinaron más de 500 bromalitos y analizaron su contenido.

Los científicos utilizaron diferentes tipos de microscopios y una técnica conocida como microtomografía sincrotrón, que usa un acelerador de partículas para ver en detalle el interior de los fósiles.

El análisis de los materiales digestivos permitió a los investigadores descifrar “quién se comía a quién y ver esta tendencia durante un período de tiempo tan largo", dice Qvarnström.

¿Cómo pueden los investigadores saber quién produjo esas heces?

Fósiles de huesos y huellas muestran qué animales estaban presentes en un momento determinado.

Y los investigadores dedujeron quién produjo un coprolito determinado basándose en factores como el tamaño y forma del fósil, y en el sistema digestivo de parientes vivos de estos animales extintos.





El equipo descubrió que el número y la variedad del contenido de los fósiles aumentaron con el tiempo.

Esto indica que los dinosaurios más grandes con hábitos alimentarios más diversos comenzaron a ganar prominencia a finales del período Triásico (hace entre 237 millones y 201 millones de años).

Al comparar los fósiles con datos de plantas de la época, los científicos descubrieron que el ascenso de los dinosaurios estuvo determinado por el azar y las adaptaciones.

Por ejemplo, el clima cambió y hubo un aumento de la humedad, lo que modificó la vegetación disponible.

Los dinosaurios pudieron adaptarse mejor que otros animales terrestres a este clima cambiante y a las modificaciones en la dieta que otros animales terrestres.

Otros cambios ambientales relacionados con el aumento de la actividad volcánica precipitaron una gama más amplia de plantas que explotaron dinosaurios herbívoros, cada vez más grandes.

La proliferación de grandes dinosaurios herbívoros llevó a su vez a la evolución de dinosaurios carnívoros más grandes.

"Lo que aprendimos fue que el surgimiento de los dinosaurios tomó bastante tiempo y fue realmente complejo", dice Qvarnström.

El dominio de los dinosaurios “no sucedió de la noche a la mañana; los dinosaurios tuvieron que competir ferozmente con otros grupos de animales, y un poco de suerte influyó”.

La adaptabilidad de los primeros dinosaurios era vital, según el científico.

"Los animales con dietas más especializadas lucharon con los climas cambiantes".

En cambio, “los animales con dietas más variadas parecen haber afrontado mejor los cambios ambientales, lo que fue crucial para el éxito temprano de los dinosaurios, mientras que los primeros dinosaurios se las arreglaron mejor con sus dietas variadas y su flexibilidad”.

El estudio ayuda a comprender cómo responde la vida a diferentes presiones, incluyendo las derivadas del cambio climático.

revista Nature, puede hallarse en heces y vómitos fosilizados de dinosaurios de hace más de 200 millones de años. 



miércoles, 13 de noviembre de 2024

DESCUBREN EN COLOMBIA EL FÓSIL DE UN "AVE DEL TERROR", EL MAYOR DEPREDADOR DESPUÉS DE LOS DINOSAURIOS.

 Un nuevo fósil descubierto en Colombia revela la presencia de un ‘ave del terror’ de más de 150 kg en ecosistemas tropicales de hace 12 millones de años.


Hace millones de años, el continente sudamericano era hogar de criaturas extraordinarias. Entre ellas, los phorusrhacidae, conocidos como “aves del terror”, se destacaban como depredadores de gran tamaño que gobernaban sus entornos. Estos gigantes alcanzaban alturas superiores a los 2.5 metros y, con picos letales y cuerpos ágiles, se situaban en la cima de la cadena alimentaria. Hoy, un nuevo descubrimiento fósil en el sitio de La Venta, Colombia, añade una pieza fascinante a la historia de estos enigmáticos animales y su expansión por el continente.


La investigación, de un equipo internacional, describe el hallazgo de un fósil de una de las aves del terror más grandes que se conocen. Esta ave, potencialmente perteneciente a una nueva especie, revela no solo la asombrosa diversidad de estos depredadores, sino también que algunos lograron adaptarse a climas tropicales y zonas húmedas, lejos de las áridas planicies de Argentina y Brasil, donde se han encontrado la mayoría de los fósiles de estas aves.

Los phorusrhacidae fueron aves terrestres de enorme tamaño que vivieron en América del Sur durante buena parte de la era Cenozoica, cuando no existían grandes mamíferos depredadores en la región, lo que les permitió convertirse en los principales predadores terrestres. Se diversificaron en distintas especies, con tamaños que iban desde los 5 hasta más de 150 kilogramos, ocupando distintos nichos ecológicos.


El fósil fue descubierto por César Perdomo, un paleontólogo empírico, en La Venta, Huila. Este fragmento del tibiotarso, un hueso de las patas de las aves, formaba parte de la colección de su museo “La Tormenta” y permaneció sin identificar por años. Finalmente, un grupo de científicos, liderado por el argentino Federico Degrange, reconoció que se trataba de un “ave del terror”. Los estudios publicados en Papers in Paleontology indican que este fósil representa el primer registro de un forusrácido en el trópico de las Américas, y posiblemente uno de los especímenes más grandes de su tipo.


El fósil fue encontrado en la década de 2000 en el desierto de la Tatacoa, una zona árida en la actualidad pero que, en el Mioceno, era un área de vegetación densa, con ríos, humedales y bosques. El ejemplar de La Venta, asignado al subgrupo ‘Phorusrhacinae’, no solo destaca por su tamaño —probablemente uno de los más grandes de su tipo—, sino por su presencia en un entorno tan distinto al de sus parientes en el sur. De acuerdo con el Dr. Degrange, el fósil muestra que estos depredadores podían adaptarse a climas tropicales y ambientes húmedos, extendiendo su dominio hacia nuevas regiones, donde cazaban en paisajes de ríos y pantanos.

La adaptación de los phorusrhacidae a estos ambientes sugiere que estos depredadores tenían una capacidad de dispersión y adaptación mucho mayor de lo que se pensaba. Al expandirse en hábitats tan distintos, competían con otros carnívoros terrestres y con grandes cocodrilos como el Purussaurus neivensis, que alcanzaba los nueve metros de largo y cuyo enorme tamaño lo convertía en otro de los grandes cazadores de la época. Marcas de dientes en el fósil indican que este espécimen en particular, de alguna forma, estuvo en contacto con un Purussaurus, aunque no se sabe si el caimán se alimentó del ave en vida o si consumió sus restos tras su muerte.


Los investigadores creen que el tamaño de estas aves fue clave para su éxito como depredadores, y el estudio de fósiles como el de La Venta podría ayudar a entender cómo y por qué llegaron a desarrollarse hasta tales dimensiones. Para Degrange, la gran talla de los phorusrhacidae es uno de los aspectos más intrigantes de su biología, y sugiere que una intensa competencia entre especies podría haber impulsado esta evolución hacia cuerpos cada vez más grandes. Sin embargo, a pesar de sus adaptaciones, estos pájaros gigantes finalmente se extinguieron, probablemente debido a cambios ambientales y climáticos que transformaron sus hábitats en el Pleistoceno, hace menos de 12.000 años.

Aunque se han encontrado fósiles de aves del terror en Texas y Florida, el nuevo fósil de Colombia representa el punto más septentrional en el continente sudamericano. Este hallazgo también apoya la teoría de que estos depredadores usaron América Central como un puente para alcanzar América del Norte, probablemente durante el Gran Intercambio Biótico Americano, cuando el istmo de Panamá se levantó y conectó ambos continentes hace unos 3 millones de años.


La fauna del sitio de La Venta revela una gran diversidad de especies que convivían en estos entornos húmedos y verdes. Durante el Mioceno, este ecosistema incluía desde mamíferos con pezuñas, posibles presas de las "aves del terror", hasta reptiles gigantes, armadillos prehistóricos y una rica avifauna que incluía aves acuáticas, pescadoras y percheras. De acuerdo con los estudios de la época, se cree que La Venta era una combinación de sabanas y áreas de bosque con cuerpos de agua que permitían el desarrollo de una megafauna única en el continente.

Para los investigadores, el descubrimiento de este nuevo fósil también invita a considerar la posibilidad de hallar más restos de aves del terror en regiones que hasta ahora no se habían explorado tan a fondo, como el norte de Sudamérica o incluso América Central. Karen Moreno, una paleontóloga que no participó en el estudio, cree que estos hallazgos son esenciales para entender mejor cómo funcionaban las relaciones de depredador y presa en los ecosistemas tropicales del pasado. Moreno sugiere que estos descubrimientos demuestran que las aves aún ocupaban una posición dominante en la cadena trófica de América del Sur millones de años después de la desaparición de los dinosaurios.


A pesar de su éxito evolutivo, las "aves del terror" finalmente desaparecieron. Los expertos coinciden en que factores ambientales jugaron un papel importante en la extinción de estos animales, aunque las causas exactas siguen siendo un misterio. El Mioceno fue un periodo de cambios climáticos y geográficos importantes, con variaciones en las temperaturas y en los niveles de los océanos que alteraron los ecosistemas.

Este hallazgo nos recuerda que la historia de la vida en la Tierra está llena de gigantes desconocidos y de criaturas que desaparecieron sin dejar rastro, dejando únicamente restos fósiles como testigos de su existencia. A medida que los paleontólogos siguen desenterrando estos vestigios, nuestro conocimiento de estas especies enigmáticas sigue creciendo, iluminando el rico y vasto ecosistema que alguna vez prosperó en los trópicos sudamericanos.



MODELOS DE AVES DEL TERROR EN OTROS PAÍSES.


viernes, 11 de octubre de 2024

LAS HORMIGAS INICIARON LA AGRICULTURA HACE 66 MILLONES DE AÑOS.

 Cuando los humanos empezaron a cultivar hace miles de años, la agricultura ya existía desde hacía millones de años. De hecho, varios linajes de animales han cultivado sus propios alimentos desde mucho antes de que los humanos evolucionaran como especie.

Según un nuevo estudio, las colonias de hormigas empezaron a cultivar hongos cuando un asteroide impactó contra la Tierra hace 66 millones de años. Este impacto provocó una extinción masiva global, pero también creó las condiciones ideales para que prosperaran los hongos. Las innovadoras hormigas empezaron a cultivar los hongos, creando una asociación evolutiva que se estrechó aún más hace 27 millones de años y continúa hasta hoy.


En un artículo publicado, el 3 de octubre en la revista Science, científicos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian analizaron datos genéticos de cientos de especies de hongos y hormigas para elaborar detallados árboles evolutivos. La comparación de estos árboles permitió a los investigadores crear una cronología evolutiva de la agricultura de las hormigas y determinar con precisión cuándo empezaron a cultivar hongos.

“Las hormigas llevan practicando la agricultura y el cultivo de hongos mucho más tiempo que los humanos”, afirma el entomólogo Ted Schultz, conservador de hormigas del museo y autor principal del nuevo trabajo. “Probablemente podríamos aprender algo del éxito agrícola de estas hormigas durante los últimos 66 millones de años”.


Cerca de 250 especies de hormigas de América y el Caribe cultivan hongos. Los investigadores organizan estas hormigas en cuatro sistemas agrícolas en función de sus estrategias de cultivo. Las hormigas cortadoras de hojas se encuentran entre las que practican la estrategia más avanzada, conocida como agricultura superior. Estas hormigas cosechan trozos de vegetación fresca para proporcionar sustento a sus hongos, que a su vez cultivan alimentos para las hormigas llamados gongylidia. Este alimento ayuda a alimentar complejas colonias de hormigas cortadoras de hojas que se pueden llegar a contar por millones.

Schultz lleva 35 años estudiando la relación evolutiva entre hormigas y hongos. Ha realizado más de 30 expediciones a lugares de América Central y del Sur para observar esta interacción en la naturaleza y ha criado colonias de hormigas cortadoras de hojas y otras hormigas que se alimentan de hongos en su laboratorio del museo. A lo largo de los años, Schultz y sus colegas han recogido miles de muestras genéticas de hormigas y hongos de todos los trópicos.


“Para detectar realmente patrones y reconstruir cómo ha evolucionado esta asociación a lo largo del tiempo, se necesitan muchas muestras de hormigas y sus variedades de hongos”, explica Schultz.

El equipo utilizó las muestras para secuenciar datos genéticos de 475 especies distintas de hongos (288 de los cuales son cultivados por hormigas) y 276 especies distintas de hormigas (208 de las cuales cultivan hongos), el mayor conjunto de datos genéticos de hormigas cultivadoras de hongos jamás reunido. Esto permitió a los investigadores crear árboles evolutivos de los dos grupos. La comparación de las especies de hongos silvestres con sus parientes cultivados ayudó a los investigadores a determinar cuándo empezaron las hormigas a utilizar determinados hongos.

Los datos revelaron que las hormigas y los hongos han estado entrelazados durante 66 millones de años. Más o menos en la época en que un asteroide chocó con la Tierra a finales del Cretácico. Esta colisión cataclísmica llenó la atmósfera de polvo y escombros, que bloquearon el sol e impidieron la fotosíntesis durante años. La extinción masiva resultante acabó con aproximadamente la mitad de todas las especies vegetales de la Tierra en aquella época.




Sin embargo, esta catástrofe fue una bendición para los hongos. Estos organismos proliferaron al consumir la abundante materia vegetal muerta que cubría el suelo.

“Los fenómenos de extinción pueden ser catastróficos para la mayoría de los organismos, pero también pueden ser positivos para otros”, explica Schultz. “Al final del Cretácico, a los dinosaurios no les fue muy bien, pero los hongos vivieron un apogeo”.

Muchos de los hongos que proliferaron durante este periodo probablemente se alimentaron de hojarasca en descomposición, lo que les puso en estrecho contacto con las hormigas. Estos insectos aprovecharon la abundancia de hongos para alimentarse y siguieron dependiendo de ellos cuando la vida se recuperó de la extinción.


“Los resultados del estudio, permiten entender los principales cambios evolutivos que han resultado en complejos sistemas de agricultura entre las hormigas attines (que incluyen las arrieras) y sus hongos basidiomicetes cultivados. El estudio permite tener una mejor comprensión desde el origen de la relación simbiótica hormigas - hongos, hasta el proceso de completa domesticación de los hongos cultivados. Ahora, podemos hacer analogías entre la agricultura humana y la agricultura de las hormigas, y aprender de la evolución de esta relación simbiótica de 66 millones de años”. Comentó Hermógenes Fernandez, investigador en el Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá e investigador asociado en el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

El nuevo trabajo también reveló que las hormigas tardaron casi otros 40 millones de años en desarrollar después la agricultura superior. Los investigadores pudieron rastrear el origen de esta práctica avanzada hasta hace unos 27 millones de años. En esa época, un clima que se enfriaba rápidamente transformó los entornos de todo el planeta. En Sudamérica, los hábitats más secos, como las sabanas arboladas y las praderas, fracturaron grandes franjas de bosques tropicales húmedos.


Cuando las hormigas sacaron los hongos de los bosques húmedos y los llevaron a zonas más secas, los aislaron de sus poblaciones ancestrales salvajes. Los hongos aislados pasaron a depender por completo de las hormigas para sobrevivir en las condiciones áridas, marcando el rumbo del sistema de agricultura superior que practican las hormigas cortadoras de hojas en la actualidad.

“Las hormigas domesticaron estos hongos del mismo modo que los humanos domesticaron los cultivos”, explica Schultz. “Lo extraordinario es que ahora podemos datar cuándo las hormigas superiores cultivaron originalmente los hongos superiores”.


martes, 1 de octubre de 2024

DAKOSAURUS ANDINIENSES, EL GODZILLA DE ARGENTINA.

 Un animal "parecido al cocodrilo", con cabeza de dinosaurio carnívoro y cola de pez, habitó hace unos 135 millones de años en el oeste de Argentina, al pie de los Andes, . Su nombre científico es 'Dakosaurus andinienses', pero los paleozoólogos le han dado ya el mote de "Godzilla, el chico malo del mar".

En 1996, una expedición encabezada por la paleozoóloga Zulma Gasparini encontró un "cráneo completo" del animal en el área de Pampa Tril, en el noroeste de la provincia de Neuquén, a unos 40 kilómetros al sur del límite de la provincia de Mendoza.



El hallazgo se produjo después de que, según explicó el investigador Diego Pol, "algunos pobladores del sur de Mendoza" llevaran "fragmentos de un animal grande" al museo de San Rafael. Allí los encontró Gasparini, "casi de casualidad", y "pronto se dio cuenta de que eran restos de un animal marino poco habitual" similar al cocodrilo marino.



Casi cuatro metros de largo

La expedición, en la que participaron el paleontólogo Luis Spalletti y sus colegas Sergio y Rafael Cocca, encontró después un cráneo de aproximadamente 76 centímetros de largo, así como partes de una vértebra.

Por otros fragmentos de fósiles de la región y la comparación con especies contemporáneas, los científicos argentinos calculan que este 'Dakosaurus andiniensis', con cuatro extremidades similares a aletas o remos, tenía unos 3,90 metros de longitud desde la nariz a la cola.



También se cree que sus mandíbulas medían 46 centímetros de largo, con 13 dientes de gran tamaño. Los colmillos hallados en el cráneo alcanzaban los 10 centímetros.

Según Diego Pol, "la especie es poco común porque otros cocodrilos marinos que vivieron en la misma época tenían rasgos muy delicados, hocico largo y fino y dientes finos como agujas para la captura de peces pequeños y moluscos", lo que contrasta con el "hocico corto" y los "dientes grandes con bordes aserrados" de este ejemplar.

"Era, claramente, un depredador de criaturas marinas grandes que probablemente nadaba usando sus afilados dientes para morder y cortar a su presa", añadió Pol.



'Monstruos' de los océanos

En la época en la que vivió el animal, entre el Jurásico tardío y el temprano Cretácico, la región donde se encontraron sus restos era una profunda bahía tropical del océano Pacífico.

El 'chico malo',  fue sólo uno de los muchos 'monstruos' marinos que nadaron por los océanos desde hace unos 250 millones de años y hasta hace unos 65 millones de años.

Los mares de poca profundidad y la ausencia de otros depredadores marinos crearon nichos para muchos reptiles que se habían desarrollado en tierra, según afiman los científicos.

lunes, 2 de septiembre de 2024

ENCUENTAN FOSILES DEL MYSTACINA TUBERCULATA, UN MURCIÉLAGO PREHISTORICO QUE HABITÓ NUEVA ZELANDA HACE 19 MILLONES DE AÑOS.

 La especie descubierta en Nueva Zelanda tenía una estructura ósea y una dentadura similar a sus parientes contemporáneos, pero era tres veces más grande.



Los restos fósiles del llamado murciélago excavador (Mystacina tuberculata), como se llama a este animal cuadrúpedo porque buscaba sus alimentos en el suelo, fue descubierto en los sedimentos cerca del lago prehistórico Manuherikia, en la Isla Sur.

Esta zona era parte de un bosque subtropical que existió al principio de la era del Mioceno, hace 16 a 19 millones de años, según un comunicado de la australiana Universidad de Nueva Gales del Sur (UNSW, siglas en inglés).

La nueva especie está emparentada con otra de murciélagos, la Mystacina tuberculata, que aún habita los antiguos bosques neozelandeses.



"Nuestro descubrimiento muestra por primera vez que los murciélagos Mystacina han estado presentes en Nueva Zelanda por más de 16 millones de años, residiendo en hábitats con fuentes de alimentos y flora muy similares", dijo la jefa de la investigación, Suzanne Hand, de la UNSW.

La importancia del descubrimiento es que demuestra que este quiróptero tiene un pasado prehistórico ya que hasta ahora el fósil más antiguo de un Mystacina tenía una antigüedad de 17.500 años.

Los únicos mamíferos terrestres nativos de Nueva Zelanda son tres especies de murciélagos, que incluye a los dos del género de Mystacina, que fue avistado por última vez en la década de 1960.

También "ayuda a entender la capacidad de los murciélagos de establecer a sus poblaciones en las islas y las condiciones climáticas que se necesitan para que esto suceda", acotó Hand al recordar que estos animales ayudan a dispersar las semillas que mantienen a los bosques saludables.



Los únicos mamíferos terrestres nativos de Nueva Zelanda son tres especies de murciélagos, que incluye a los dos del género de Mystacina, que fue avistado por última vez en la década de 1960.

También "ayuda a entender la capacidad de los murciélagos de establecer a sus poblaciones en las islas y las condiciones climáticas que se necesitan para que esto suceda", acotó Hand al recordar que estos animales ayudan a dispersar las semillas que mantienen a los bosques saludables.

La especie descubierta tenía una estructura ósea y una dentadura similar a sus parientes contemporáneos, lo que sugiere que su dieta incluía néctar, polen y fruta, además de insectos y arañas.

Su diferencia radicaba en el tamaño del cuerpo ya que la especie prehistórica superaba a la actual en 40 gramos, es decir tres veces más pesada.



"El inusual gran tamaño del murciélago sugiere que se dedicaba menos a la caza aérea y tomaba presas más pesadas y frutas más grandes que lo que hacen sus primos vivientes", explicó la científico al referirse al tamaño de los quirópteros actuales, que necesitan ser más pequeños, rápidos y precisos para cazar insectos en la oscuridad.

El estudio, publicado en la revista científica PLOS One, fue realizado en colaboración con Daphne Lee de la neozelandesa Universidad de Otago y Trevor Worthy de la Universidad de Flinders de Australia del Sur.

miércoles, 28 de agosto de 2024

RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL: EL DESIERTO DE LA TATACOA FUE DECLARADO PARIMONIO GEOLÓGICO MUNDIAL.

 El desierto de la Tatacoa, reconocido como uno de los biomas más importantes y variados del planeta, fue declarado Patrimonio Geológico Mundial por la Unión Internacional de Ciencias Geológicas (Iugs). Esta designación se hizo oficial durante el 37º Congreso Geológico Internacional (IGC) celebrado en Busan, Corea del Sur.




De acuerdo con el Servicio Geológico Colombiano, “esta zona ubicada en la Tatacoa alberga dos yacimientos paleontológicos excepcionales de épocas diferentes”, informó el SGC mediante redes sociales. El desierto de la Tatacoa, específicamente en la localidad de La Venta en Villavieja, Huila, se destaca por sus registros fósiles que datan del Pleistoceno y del Mioceno Medio.

“Este último fue el que obtuvo el reconocimiento de la Iugs al evidenciar que hace 13 millones de años existió en esta latitud del territorio colombiano una selva tropical ya extinta”, señaló Marianela Vargas, geóloga del Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez .


De acuerdo con Vargas, este sitio representa una ventana única para entender el pasado, conservando una variedad de fósiles de flora y fauna que nunca interactuaron con humanos. “Allí es posible encontrar una gran variedad y abundancia de fósiles de estos antiguos especímenes que cuentan con elementos que difícilmente se preservan en el registro fósil”, detalló la experta. Estos vestigios no solo poseen un gran valor científico, sino que también pueden ofrecer claves cruciales para enfrentar el cambio climático global.

El reconocimiento al desierto de la Tatacoa se enmarca dentro del programa Global Geosites lanzado en 2022 por la Iugs. Ese mismo año, otros dos sitios colombianos, el complejo volcánico Nevado del Ruiz (Kumanday) y el yacimiento de reptiles marinos del Cretácico inferior de Ricaurte Alto (Boyacá), también fueron seleccionados. “Para los geólogos, estos fenómenos proporcionan uno de los mejores análogos para comprender los cambios climáticos del futuro próximo y las respuestas bióticas que estos cambios podrían inducir”, afirmó Vargas a la prensa.



El desierto de la Tatacoa, con su paisaje árido y rocoso, guarda una riqueza biológica y geológica invaluable que lo convierte en un laboratorio natural. Esto ha permitido el estudio de diversas especies de mamíferos, reptiles, peces, aves, invertebrados y plantas extintas. “Los registros del óptimo climático del Mioceno (17 a 14,7 millones de años) y la transición climática del Mioceno (14,2 a 13,8 millones de años) brindan indicios sobre los posibles cambios biológicos debido a las variaciones del clima”, explicó Vargas.

El 37º Congreso Geológico Internacional destaca la importancia de conservar sitios con valor geológico y paleontológico no solo por su riqueza histórica, sino para prevenir y entender los cambios ambientales actuales. “Los vestigios que hoy se preservan de forma excepcional en este yacimiento también podrían ofrecer pistas clave para enfrentar una de las mayores preocupaciones globales de la humanidad: el cambio climático”, reiteró Vargas.



El reciente reconocimiento internacional a la Tatacoa no solo fortalece su estatus turístico, sino que subraya la necesidad de continuar investigando y preservando estos sitios para futuras generaciones. “Con la Venta, ya son tres los sitios colombianos postulados por el Servicio Geológico Colombiano que reciben el reconocimiento de la IUGS”.

sábado, 24 de agosto de 2024

LA EXTINCIÓN DE LOS DINOSAURIOS ESTÁ ESCRITA EN EL GENÓMA DE LAS AVES.

 Hace 65 millones de años, un asteroide de 10 kilómetros de diámetro chocó contra nuestro mundo y cambió para siempre el curso de la vida en la Tierra. La roca espacial puso en marcha una dramática reacción en cadena de cambios que puso punto y final al largo reinado de los dinosaurios, pero abrió al mismo tiempo el camino para la llegada de otras formas de vida.

Poco después del impacto, en efecto, surgieron los primeros ancestros de las aves actuales. Y ahora, un estudio de la Universidad de Michigan ha conseguido identificar, por primera vez, los rastros de aquella catástrofe en los genomas de las aves: cambios dramáticos provocados por la extinción masiva y que permitieron a las aves diversificarse y convertirse en los animales tremendamente exitosos y variados que son hoy. El trabajo se acaba de publicar en 'Science Advances'.



Al estudiar el ADN de las aves vivas -explica Jake Berv, autor principal del artículo-, podemos intentar detectar patrones de secuencias genéticas que cambiaron justo después de uno de los eventos más importantes en la historia de la Tierra. La firma de esos acontecimientos parece haber quedado impresa en los genomas de los supervivientes de una manera que podemos detectar incluso decenas de millones de años después.

Los componentes fundamentales del ADN (los nucleótidos) se componen de cuatro bases diferentes, denominadas A, C, G y T (adenina, citosina, guanina y timina). Las proporciones de estos cuatro 'ingredientes' dentro del genoma pueden cambiar, lo que resulta en cambios en el desarrollo de las criaturas.

Y eso es precisamente lo que Berv y su equipo descubrieron en su análisis: el evento de extinción masiva provocó cambios en la composición de los nucleótidos de los pocos dinosaurios 'aviares' que sobrevivieron a la extinción. Y también descubrieron que estos cambios parecen estar relacionados con la forma en que las aves se desarrollan cuando son bebés, su tamaño adulto y su metabolismo.



Por ejemplo, aproximadamente entre 3 y 5 millones de años después de la extinción masiva, los linajes de aves supervivientes tendieron a desarrollar tamaños corporales más pequeños. También cambiaron la forma en que se desarrollaron como crías, y más especies se volvieron 'altriciales'. Es decir, que aún están 'incompletos' cuando nacen y necesitan que sus padres los alimenten y cuiden durante muchas semanas, incluso meses. Las aves que nacen listas para valerse por sí mismas, como las gallinas y los pavos, se denominan 'precociales'.

Estudios anteriores sobre la evolución de las aves habían supuesto una composición fija del ADN que no podía cambiar. Pero los nuevos métodos utilizados por los investigadores en su estudio dejaron claro que no es así.


«Descubrimos -afirma Berv- que el tamaño del cuerpo adulto y los patrones de desarrollo previo a la eclosión son dos características importantes de la biología de las aves que podemos vincular con los cambios genéticos que estamos detectando. Hasta donde sabemos, los cambios en la composición del ADN no se habían asociado hasta ahora de manera tan clara con la extinción masiva del final del Cretácico».

Hasta ahora, los cambios en la composición del ADN no se habían examinado de cerca en el contexto de una extinción masiva. Y, sin embargo, sabemos que las extinciones masivas pueden tener un efecto dramático en el mundo, cambiando ecosistemas enteros y sus relaciones, así como las relaciones entre los organismos dentro de ellos.

«Nuestro estudio -asegura por su parte Daniel Field, de la Universidad de Cambridge y coautor de la investigación- destaca que estos fenómenos de extinción pueden en realidad influir aún más profundamente en la biología de los organismos, alterando aspectos importantes de la evolución de los genomas. Este trabajo amplía nuestra comprensión de los dramáticos impactos biológicos causados por las extinciones masivas y destaca que la que acabó con los dinosaurios gigantes fue uno de los eventos de mayor impacto biológico en toda la historia de nuestro planeta».